jueves, 3 de marzo de 2011

Principios de estética. Introducción.

Bueno, después de mucho tiempo sin decir ni esta boca es mía, se me ha ocurrido algo. Voy a ir subiendo poco a poco un trabajo que hice no hace mucho para la asignatura Principios de estética. 
Los temas tratados se quedan cortos, pero aún así me parece interesante. Es largo, así que lo iré subiendo poco a poco, intercalándolo con alguna que otra cosilla que tengo por ahí preparada. Hoy me limitaré simplemente a la introducción ¡Que lo disfrutéis!

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Resulta curioso contemplar lo limitado que es nuestro concepto de la palabra estética: casi parece que, hoy en día, se limite este concepto al buen ver de una persona o de un objeto. Cuando decimos que algo es estético, nos referimos a que es hermoso, armonioso, que participa activamente de lo bello. Pero esta visión es bastante limitada: si el arte es puramente estético, ¿únicamente lo hermoso es arte? Y si sólo limitamos lo estético al arte, ¿no estamos dando de lado tanto la metafísica como el lenguaje? Son términos que, al parecer, no tienen nada que ver entre sí, pero sin embargo, están altamente relacionados.
El ser humano participa de la experiencia estética no porque lo perciba biológicamente, sino porque nuestra sociedad y lenguaje nos hacen entenderla. Lo que hay en común en las experiencias estéticas no tiene que ver con la individualidad sino con la tradición cultural. Esto hace que para concebir algo como estético, necesitemos un contexto de sentido, una tradición cultural anterior que lo determine, ya que nada en nuestra naturaleza física hace que lo concibamos como tal.
Por su parte, la obra de arte se percibe por los sentidos, pero pertenece al ámbito ininteligible: no hay forma sin sentido ni lenguaje sin significado.
Debemos tener en cuenta que la experiencia artística es subjetiva: va en función del gusto. Y es precisamente ahí donde comienza la cuestión estética, donde termina la cuestión sobre el gusto. La filosofía del arte pasa a ser filosofía de la estética, ya que abarca incluso más allá de la metafísica de lo bello, basándose en nuestra percepción del gusto por algo, del sentimiento que en nosotros produce.
La estética tiene que ver con nuestras experiencias con las cosas de este mundo y con el arte, no con la impresión a simple vista: precisamente por esto, no se puede restringir a lo bello. Será nuestro contexto vital el que decida, por nosotros, qué entendemos por bello o qué no, al igual que se determina lo que entendemos lo que es justo y lo que no según la tradición. Por esto mismo, podemos decir que lo estético se encuentra un paso más allá de lo puramente hermoso. 
Recordemos, sencillamente, el fenómeno de las modas textiles. Lo que se concibe por un correcto vestir hoy, no es lo mismo que lo que se creía como tal hace unas décadas, y cuánto más, hace algunos siglos. Poniendo un ejemplo sencillo, los pantalones vaqueros, (aunque inventados en el siglo XV en Génova para uso de los marineros) empezaron siendo una prenda para el trabajo en las minas, coincidiendo con la etapa de la fiebre del oro en EE UU. Creados exclusivamente para hombres, no fue hasta la década de los 50 del siglo XX cuando los jóvenes empezaron a utilizarlos como protesta sutil ante el conformismo. La cultura de masas, el cine y la televisión, con películas como West Side Story o la popular serie Friends, supusieron el empujón final para que una prenda anteriormente utilizada exclusivamente por trabajadores, se convirtiera en la más utilizada de la historia, alcanzando, a veces, precios insospechados según la marca o el diseño de los mismos.
Así pues, vamos a analizar el concepto de la estética desde tres vertientes: el arte, el lenguaje y, por último, la divinidad.


...to be continued*

1 comentario:

  1. Te he linkado a mi blog no te importa ¿verdad? mola a ver como abarcas eso del arte jajajajajaja

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