domingo, 5 de diciembre de 2010

Ellos

Entre ellos, ciertamente, no quedaba demasiado que decir. Pero volvía a caer una y otra vez. Una imaginación demasiado activa había sido su problema.
Vivió en conversaciones, riñas, seducciones y encuentros que jamás existieron. ¿O acaso existe lo que sólo acontece en nuestra mente? Tal vez, tener testigos sea lo que dota a las cosas de “realidad”, y si eres el único testigo de algo que solo tú conoces, ¿ese algo deja de ser real?
Tal vez existan distintos niveles de realidad: la mundana- de la que todos participamos, la sociedad, el mundo físico- y una realidad de la que sólo cada uno de nosotros somos partícipes. Aquel lugar donde nuestra vida se desarrolla a partir de nuestras percepciones del mundo físico, de las experiencias… de nuestros deseos y expectativas. Una realidad formada a partir del mismo molde que nosotros mismos. Nuestra realidad.
Si también lo vivimos, ¿por qué un sueño es menos real que un hecho de este mundo?
Lo realmente triste es comprobar que la realidad dibujada en nuestro propio mundo no se corresponde jamás con la imperfección de este. Tal vez se parezca, pero no es igual (¿ocurren las cosas tal y como las hemos soñado?)
Aún así, es curioso que nuestro mundo físico esté formado por la unión de millones de pequeñas partes del mundo onírico de millones de personas a lo largo de la historia.
Nuestros mundos “soñados” se han ido mezclando hasta formar este. ¿No idearon los hermanos Wright el avión? ¿No soñó Colón con cruzar el atlántico? ¿No cambiaron estos hechos el rumbo de la historia?... ¿No soñaron ellos con estar juntos? ¿No ha cambiado esto sus vidas?
Pero esta vida soñada no sigue el mismo rumbo que la de este mundo.
En un mundo “real” en el que tus sueños también me influyen a mí, es posible que la libertad sea tanto un castigo como una bendición. Al fin y al cabo, somos nosotros los que decidimos qué hacer con ella.

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