lunes, 13 de diciembre de 2010

Un lápiz

Un lápiz es solo un lápiz. Pero es curioso lo creativo que se vuelve uno cuando tiene que estudiar. ¿Mis apuntes? Completamente artísticos: no hay ni un solo margen en el que no haya dibujado o escrito algo. Y ahora, con un lápiz en la mano, me paro a pensar en ese trozo de madera que conecta todo lo que puede salir de mí con el mundo real.
Dibujo una línea: bien, algo nuevo. Antes no existía y ahora… forma parte de este mundo. De todo. No, creo que me he expresado mal. Ahora es parte de TODO: esa línea, los coches, mi casa, la tuya, los poemas, las sandías, los abetos, el color azul, el agua, las sábanas, el chico de negro, las ventanas, los ancianos, la carretera, las antenas parabólicas, las tiendas de lencería, los adverbios, los zapatos de tu hermana, Cher, los cuadros de Van Gogh, los despertadores, el azahar, las clases de música, el aceite, las naranjas, los cachorros, los pañuelos, las amapolas… en fin, todo.
Y continúo esa línea con otra, y luego otra. He creado algo. No sé exactamente qué es, pero bueno, es algo. Parece un niño, ¿o es un gato? 
Sinceramente, esto nunca se me ha dado bien. Me refiero a dibujar. La señorita Guijarro, que me daba clases de dibujo en el colegio, miraba por encima del cristal de las gafas mis trabajos y decía, exaltada, como si hubiera visto algo profundamente ofensivo: “¡Si Caravaggio levantara la cabeza…!” Entonces suspiraba. Una vez, se escuchó la respuesta de un compañero que decía “seguramente se daría contra…” y antes de que terminara la frase, ya estábamos los dos de camino al despacho del director: él por contestación indebida, y yo… por reírme, por supuesto. Siempre me estoy riendo.  ¡Y cualquiera habría entendido mi risa! Menos la señorita Guijarro. Tenía un carácter un poco difícil aquella mujer.
Pero volvamos al dibujo. Sigue fascinándome como se ha materializado lo que hace un momento, solo veía yo. Era mío y ahora está en esa hoja: parece mágico. 
Tal vez Caravaggio también sintió algo parecido. Bueno, él ha dejado cosas bastante más imponentes, pero todo se reduce a lo mismo: una idea y el papel. Al fin y al cabo, un lápiz es solo un lápiz.

1 comentario:

  1. cuando te pones de artista romantica no hay kien te aguante por cierto (y antes de que terminara la frase, ya estábamos los de camino al despacho del director) creo ke por aki te falta un numero y no pasa nada no sabes dibujar pa eso estoy yo jajajaja

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